Y luego fuimos a Roma, de donde, oyendo de nosotros los hermanos, salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas; y al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento.

Luego les ordenó a todos los que sabían nadar que saltaran por la borda primero y se dirigieran a tierra firme. 44 Los demás se sujetaron a tablas o a restos del barco destruido.[g] Así que todos escaparon a salvo hasta la costa.

¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. 28 Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano.

Así que lo he traído ante todos ustedes—especialmente ante ti, rey Agripa—para tener algo que escribir después de que lo interroguemos.

Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.

Y llamando a dos centuriones, mandó que preparasen para la hora tercera de la noche doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fuesen hasta Cesarea.

El comandante llevó a Pablo adentro y ordenó que lo azotaran con látigos para hacerlo confesar su delito.

Unos judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron mano.