Una de las virtudes que los seres humanos poseen amigos y amigas internautas de nuestras "Letras Encadenadas" es la gran fortaleza mental que atesoran. No solamente para sobrevivir en su día a día cotidiano, sino en instantes muy importantes de su vida. El que te caigas y te vuelvas a incorporar como si nada hubiera pasado dice mucho, mucho de ese ser humano. La persona que lucha con coraje, decisión, a brazo partido contra las inclemencias de la vida hay que valorarla, admirarla bastante. En el fondo es un ejemplo, para no sé cuántos que se desmoronan a las primeras de cambio y no se levantan nunca. Hay por desgracia innumerables débiles de espíritu pululando por ahí. Yo tengo un gran amigo que se ha tropezado equivocadamente en incontables ocasiones, y ha sabido recuperarse muy bien. Hasta el mismo se ha sorprendido de esa gran fuerza de voluntad, fortaleza psíquica y por ende emocional que poseía. Se creía muy pusilánime y después, cuando vinieron mal dadas, pues demostró lo equivocada que estaba cierta gente que le decía unas veces en toda su jeta y otra a la espalda. Seguramente su excesivo criticismo contra sí mismo no le hizo ver con entera nitidez lo que tenía. Un magnífico escritor, que además ha servido a España durante cerca del medio siglo, desde su privilegiada atalaya donde ejercía su profesión de diplomático, lo supo ver desde que la existencia comenzó a darle puntazos, zarpazos y cornadas. Me estoy refiriendo a CARLOS MIRANDA, que ha expuesto en un maravilloso libro titulado "VOLVER A LEVANTARSE. Relato autobiográfico de un diplomático español", que ha editado la siempre fascinante editorial CUADERNOS DEL LABERINTO. Les tengo que confesar algo que percibí claramente al finalizar su entera lectura en estas pretéritas festividades navideñas. Tiene dos «haches». ¿Qué nos está usted diciendo Miguel Ángel? No lo entendemos. Miren esas dos «haches» son humildad y honestidad, es decir el texto está escrito bajo las premisas, los valores muy importantes y fundamentales a la hora de escribir el libro. CARLOS MIRANDA es en todo momento honesto, humilde y sincero. Tanto en sus aciertos como en sus equivocaciones. No rehúye para nada eso que por desgracia tan poco abunda actualmente en la gente: su autocrítica. Desde su nacimiento en El Cairo por la profesión de su padre nos va desgranando cada uno de los aconteceres de su vida. Realmente él ha sido un privilegiado por todo lo que ha vivido. Pero no crean que por nacer en una alta cuna le han regalado todo, lo tuvo al alcance de su mano. Ni mucho menos. Tuvo que esforzarse muchísimo, muchísimo para llegar a perpetuar la sacrificada profesión de su progenitor en su servicio a España. De hecho, aprobó a la segunda su ingreso en la Escuela Diplomática. Las horas, los días, los meses, los años que pasó chapando, estudiando no se los quitó nadie. Una vez conseguida una de las plazas tuvo que seguir bregando hasta lograr algo que compañeros suyos no lo consiguieron: el de embajador, y además en países y organismos tan importantes como el Reino Unido o la OTAN. Para nada en su vida personal y profesional hubo muchas rosas. Como en la de todo quisqui tuvo más espinas que carmines. Esos cuchillos con punta muy fina e hiriente le hicieron levantarse y seguir, seguir andando. Estoy plenamente convencido que la inmensa mayoría de los españoles y españolas no solo no tienen una ligera idea de lo que es el Ministerio de Asuntos Exteriores, la Escuela Diplomática, el importante papel que ejerce por ejemplo un embajador-a o un cónsul en el exterior. Me atrevo a afirmar que (los diplomáticos) son gente que no trabaja nada, y que están permanentemente de fiesta. Yo les aseguro que son personas muy, muy normales, que trabajan muchísimo y que pasan totalmente desapercibidas en las colas de un teatro o un supermercado. Son genuinos currantes que se arremangan en su extensa jornada laboral. CARLOS MIRANDA lo dice abiertamente. ¿Qué dirían ustedes de un ser humano que en las etapas esenciales de su vida como la escolar la pasó en un internado? ¿El amor de su vida se va en un tris- tras para siempre hacia la eternidad? Y... Bueno, pienso que es mejor que lo descubran mediante una lectura a mi parecer sencilla, atractiva y con un vocabulario muy entendible. Un ritmo muy vertiginoso tanto en los momentos alegres como en los tristes. Un estilo muy cercano, didáctico y con humor, porque yo me he reído mucho en algunos de sus pasajes. Yo sin ningún género de dudas se le recomiendo, porque aprenderán mucho y apreciarán también las fotografías que tiene. Algunas de ellas muy enternecedoras. Es muy posible, que al concluir su navegación por los diversos mares y lleguen ya en el puerto de llegada a la siguiente conclusión: CARLOS MIRANDA es un ser humano muy, muy cabal con sus virtudes y sus defectos. "VOLVER A LEVANTARSE. Relato autobiográfico de un diplomático español" de CARLOS MIRANDA. ...
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